Punto Fijo, 17 de julio de 2009
Osiris R. Betancourt Bruges.
A mi mamá, con cariño.
Hoy no quiero hablar de política. Hoy no quiero tomar posición entre los buenos o los malos. Menos quiero saber de mejores y de peores. Tampoco quiero hacer comparaciones sin fin, a favor o en contra.
Hoy - haciendo honor a la justicia- quiero recordar las canciones más bonitas que se hicieron por allá por el sur, continente abajo, donde nadie miró a tiempo lo que estaba pasando, y le costó la vida a Víctor Jara. Canciones hechas con manos de campesino y mente de intelectual; con manos acostumbradas al trabajo duro, pero que supieron acariciar la guitarra, y a las cuales de nada sirvió machacarlas, porque aun hacen sonar las guitarras del mundo.
Hoy, mas que tristeza, mas que venganza, mas que rencor me suena en la alegría las melodías que, plasmadas de su sonrisa, decían las verdades que me quiero ahorrar y la política que ya no tiene sentido discutirse.
Hoy - futuro de su ayer- quiero recordar a los cinco mil que (en aquella pequeña parte de su ciudad) sembraron junto a él las diez mil manos, que ahora adornan el presente de su recuerdo, que se hicieron en total millones por todo el mundo, no solo en sus ciudades y en su país. ¡Cuanta humanidad a florecido desde entonces!.
Hoy la verdad verdadera toma posición y le hace justicia a Víctor; no la justicia divina, que solo sirve de consuelo (y es la excusa de los cobardes) me refiero a la justicia verdadera, la que requiere de los valientes para alcanzarla, la que Joan tiene 36 años empujando entre el tumulto de militares, de jueces, de amenazas y de intereses.
Hoy sus asesinos se hunden en la desgracia del recuerdo de sus acciones, mientras Víctor brilla como un presente bonito, como la canción que sigue sonando.
Hoy su cuerpo rescatado, su tumba chiquitica, anónima y su música inmortal parecen nada ante la verdad alcanzada.
Hoy renace Víctor en ese ultimo abrazo de sangre y de muerte, aliento de perseverancia, hoy está vivo en la audacia de Joan Turner y en la que justicia inunda a gotas el mundo.
"Que el canto tiene sentido,
cuando palpita en las venas
del que morirá cantando
las verdades verdaderas….”
Víctor Jara.
Este fue el último poema escrita por Víctor, estando preso en el Estadio de Chile (hoy Estadio Víctor Jara), poco antes de morir:
SOMOS CINCO MIL
Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
Solo aquí
diez mil manos siembran
y hacen andar las fábricas.
¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!
Osiris R. Betancourt Bruges.
A mi mamá, con cariño.
Hoy no quiero hablar de política. Hoy no quiero tomar posición entre los buenos o los malos. Menos quiero saber de mejores y de peores. Tampoco quiero hacer comparaciones sin fin, a favor o en contra.
Hoy - haciendo honor a la justicia- quiero recordar las canciones más bonitas que se hicieron por allá por el sur, continente abajo, donde nadie miró a tiempo lo que estaba pasando, y le costó la vida a Víctor Jara. Canciones hechas con manos de campesino y mente de intelectual; con manos acostumbradas al trabajo duro, pero que supieron acariciar la guitarra, y a las cuales de nada sirvió machacarlas, porque aun hacen sonar las guitarras del mundo.
Hoy, mas que tristeza, mas que venganza, mas que rencor me suena en la alegría las melodías que, plasmadas de su sonrisa, decían las verdades que me quiero ahorrar y la política que ya no tiene sentido discutirse.
Hoy - futuro de su ayer- quiero recordar a los cinco mil que (en aquella pequeña parte de su ciudad) sembraron junto a él las diez mil manos, que ahora adornan el presente de su recuerdo, que se hicieron en total millones por todo el mundo, no solo en sus ciudades y en su país. ¡Cuanta humanidad a florecido desde entonces!.
Hoy la verdad verdadera toma posición y le hace justicia a Víctor; no la justicia divina, que solo sirve de consuelo (y es la excusa de los cobardes) me refiero a la justicia verdadera, la que requiere de los valientes para alcanzarla, la que Joan tiene 36 años empujando entre el tumulto de militares, de jueces, de amenazas y de intereses.
Hoy sus asesinos se hunden en la desgracia del recuerdo de sus acciones, mientras Víctor brilla como un presente bonito, como la canción que sigue sonando.
Hoy su cuerpo rescatado, su tumba chiquitica, anónima y su música inmortal parecen nada ante la verdad alcanzada.
Hoy renace Víctor en ese ultimo abrazo de sangre y de muerte, aliento de perseverancia, hoy está vivo en la audacia de Joan Turner y en la que justicia inunda a gotas el mundo.
"Que el canto tiene sentido,
cuando palpita en las venas
del que morirá cantando
las verdades verdaderas….”
Víctor Jara.
Este fue el último poema escrita por Víctor, estando preso en el Estadio de Chile (hoy Estadio Víctor Jara), poco antes de morir:
SOMOS CINCO MIL
Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?
Solo aquí
diez mil manos siembran
y hacen andar las fábricas.
¡Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!