Héctor Juan Pérez fue el nombre que dieron sus padres, a aquel niño, quien con el correr de los años sería conocido como "El Cantante de los Cantantes", o como irónicamente le re-bautizaron sus colegas de FANIA ALL STAR: "El Rey de la Puntualidad", por sus innumerables anécdotas de retardos a los conciertos y estudios de grabación, o simplemente, como HECTOR LAVOE, el nombre que le Internacionalizó e inmortalizó. Nació en Ponce, Puerto Rico un 30 de Septiembre de 1946 y creció en su querida calle Bélgica. A la edad de 14 años ya aquel precoz adolecente cantaba en una Orquesta Puertorriqueña y a los 17 años llenó sus maletas con sus sueños, sus ilusiones, sus ansias de triunfo y un par de Maracas de cuero hechas a mano por el Caraqueño Carlos "Pan con queso" Landaeta (miembro del legendario "Sonero Clásico del Caribe"), las cuales , las había recibido como obsequio de un cantante Venezolano de nombre "Carlín" Rodríguez, a quien conoció en una fiesta que daba una noche Ismael Rivera en su apartamento de Santurce; con este equipaje, marchó a la conquista de la Gran Manzana, Nueva York, y sin saberlo del Mundo.
En Nueva York, el Joven Hector conoció a
Willie Colón a través de Jhonny Pacheco, co-propietario del sello FANIA RECORDS, quien le recomendó y juntos iniciaron una vertiginosa carrera al estrellato, cosechando una seguidilla de éxitos impresionante, y así el Caribe fue embriagado con temas como "Mi Gente", "Ah-ah/Oh-no", "Abuelita", "Piraña", "Songorocosongo", "Aguanile", "Emborrachame de Amor", "Paraíso de Dulzura", "Periodico de Ayer", "El Cantante" entre tantos de sus éxitos.
Junto a la Fama, vinieron las falsas amistades. Corrían los años 60, etapa convulsiva, signada por una mezcolanza de irreverencia, libertinaje, drogas y guerras; una época difícil para un imberbe como el joven Héctor en la babel de hierro.
La vida de Héctor fue dura, marcada por hechos trágicos de los cuales nunca se pudo recuperar; la muerte de su hermano Luis a consecuencia de una sobredosis en las calles de Nueva York, el asesinato de su suegra, la accidental muerte de su hijo amado, el incendio de su residencia en Queens y una aparatosa caída desde el noveno piso de un Hotel en Puerto Rico, fueron demasiado para él. A pesar de todo esto, siempre mantuvo una sonrisa y una expresión graciosa a flor de labios, las penas le socavaban profundo en su corazón. La combinación de fatalidad, decepción, falsas amistades, ambientes de drogas y promiscuidad, hicieron explosión en esta "Bomba de Tiempo" andante, y Héctor fue arrastrado por los vicios, creyendo que con ellos eludía su cruda realidad...y enfermó, con las peores enfermedades que hereda la sociedad de este siglo XX que finaliza : La drogadicción y el Sida.
En este punto, viene a mi memoria aquella estrofa biográfica que le compuso su amigo
Rubén Blades, en el Tema "El Cantante" :
"...y nadie pregunta si sufro o si
lloro,
si tengo una pena que hiere muy hondo.
Yo soy El Cantante, porque lo mio es cantar
y el público paga para poderme escuchar..."
Héctor Lavoe, desapareció físicamente el 29 de Junio de 1993, y digo físicamente, porque Héctor Lavoe nunca morirá, aún su recuerdo y sus canciones viven en nuestras mentes y corazones, con toda esa energía que transmitió en sus pregones.